26/6/10

Soy creyente. Creo en la fuerza misteriosa que rige y dirige nuestra existencia. En el instinto de supervivencia colectiva en la miseria. En el poder espiritual del que no delata en la tortura. En lo posible y lo impredecible.
Creo en el Padre Mugica y en los bombos guardianes de su memoria. En Osvaldo Bayer invocando el paraíso terrenal. En Lorenzo Maza y sus discípulos en Almagro y Boedo. En Buda bajo la higuera; en Osho haciendo llover flores; en mí haciendo llover mistoles bebiendo la sangre de Cristo a orillas de un río.
Creo en la sagrada indulgencia con el mundo en el orgasmo. En la biblia de Vox Dei. En la intuición de madre. En el libro "De dónde venimos". En la duda de saber a dónde vamos. En tres deseos prepotentes que de algún modo se realizan.
Creo en Maradona, Gardel, el dulce de leche y otros milagros de la creación sudaca.
Será quizás por todo este misticismo que hoy me invade, que no quiero gastar tinta disparando inquisidoramente contra los herejes de la naturaleza humana: cultores de la hipocresía, cultivadores del miedo y la culpa, cosechadores de impunidad para la degeneración.
Será quizás por todo este misticismo que hoy me invade, que pienso que con la lucha no alcanza. E invoco al espíritu inclaudicable de Tupac Amaru para que nos dé una manito en la fina tarea de desandar siglos de evangelización. Tupac no nos falles en esta: sabemos que repetidas veces fuimos los caballos que tiramos de tus sogas, pero vos nos perdonaste y nos diste incontables oportunidades para la liberación. Que se cumpla tu voluntad en el cielo contaminado por las papeleras y en la tierra corroída por la soja. Si aquello fuera mucho pedir, nos conformamos ya con que vuelvan Los Redondos o con un tercer puesto en Sudáfrica 2010.

Amén.

Juan Pablo / el mal de Zinedine.

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