26/8/10

La trata de personas y la esclavitud, aumentaron la riqueza de la iglesia de la cual aún hoy vive.

La iglesia apoyó desde un principio la esclavitud, y la agudizó en muchos aspectos.

El papa Nicolás V legitimó el comercio de esclavos en su bula “Divino amore communiti” (por amor divino a la comunidad) el 18 de Junio de 1452. Por esto el comercio de esclavos fue legal y no causó ningún escrúpulo en los participantes.

El papa poseía esclavos. El papa Gregorio I mantuvo a cientos de esclavos en sus haciendas y consintió las leyes que prohibían a los esclavos, casarse con cristianos libres.

Un esclavo era considerado como ganado. La iglesia trataba a los esclavos como un “bien de la iglesia” y esto valía como no vendible. La Iglesia tasaba el valor de los bienes eclesiásticos no según el dinero, sino según los esclavos.

Si, a pesar de todo se liberaban a esclavos, éste debía recompensar a la iglesia con su patrimonio.

La iglesia les prohibió a los esclavos hacer testamentos. A la muerte de un esclavo, sus ahorros iban a la iglesia.

Según santo Tomás de Aquino los esclavos eran, “útil de servicio”.

La iglesia hizo todo lo posible para mantener la esclavitud, y nada para eliminarla.

Un obispo sólo podía liberar a un esclavo, si éste ofrecía a dos en su reemplazo.

Niños ilegítimos de sacerdotes fueron hechos esclavos eclesiásticos de por vida, esto también valía para niños abandonados.

El “santo” Martín de Tours (hoy representado en muchas iglesias, como reparte su abrigo),
poseía 20.000 esclavos.

También los conventos tenían esclavos, tanto para el servicio de los conventos como para el servicio de los monjes. Miles de presos, eslavos y sarracenos fueron repartidos en los conventos.

La esclavitud perduró en las haciendas y en las propiedades papales hasta el siglo XI.

Se calcula que temporalmente por cada esclavo que llegaba vivo hasta lo costa africana, diez morían durante el transporte terrestre y otros diez más fallecían durante el viaje por mar.

El protestantismo siguió desde el comienzo el mismo camino, después que Lutero había justificado teológicamente el vasallaje y la esclavitud. Hasta muy avanzado el siglo XIX, naciones evangélicas y bajo el consentimiento teológico de los misioneros, comerciaban con esclavos y salían a la caza de esclavos.

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